
Son algo así como el equivalente a los indios de América o los aborígenes australianos y, en su lengua, se denominan samis, aunque son más conocidos como lapones. Esta última palabra no les gusta, quizá porque en sueco
lapp significa ropa de mendigo y se utiliza también para llamar a alguien inculto o tonto. Durante mucho tiempo, los samis sufrieron el desprecio de quienes se creían superiores a ellos y los intentos de que se asimilaran a la cultura occidental. Sin embargo, un movimiento iniciado a principios del siglo XX abogó por la preservación de esa cultura y desembocó en la creación, en 1989, de un Parlamento sami. Desde 1990, Noruega reconoce sus derechos y se compromete a poner los medios para la conservación de su cultura.
Los samis llevan 11.000 años recorriendo Laponia, la región más septentrional de la península escandinava. Para ellos no valen las fronteras que otros inventaron por ellos, se mueven indistintamente por Rusia, Finlandia, Suecia y Noruega. Todavía hay un 10% de nómadas que se dedican a la ganadería del reno y con el reno se mueven: en la costa en verano y por el interior en invierno. Pero la mayoría se dedican a vivir de enseñar lo que fueron, como esos indígenas del Amazonas que esconden los pantalones vaqueros y la cocacola y se suben a los árboles cuando viene un turista.
Desde que entramos en Laponia nos fuimos encontrando samis que vendían souvenirs junto a la carretera. Cuidan todos los detalles: tiendas de campaña montadas al estilo original, casetas de madera y, cómo no, el traje tradicional. El reno es el leitnotiv de todos los souvenirs que venden: gorros y abrigos de reno, llaveros de cuerno de reno, navajas con mango de hueso de reno...

En uno de esos puestos conocemos a Karem, una señora sami que chapurrea cuatro palabras de inglés. Además de enseñarnos a decir gracias en sami, kiitu, nos confiesa, los sospechábamos, que lo del traje es sólo para los turistas ylas ocasiones especiales.
1 comentario:
Bueno, no se les puede reprochar nada. Todos hacemos cosas parecidas. Sin ir más lejos, las actividades "culturales" en el País Vasco francés (campeonatos de pelota en el frontón de Ascain, los concursos de bertsos, etc.) se hacen casualmente en julio-agosto, previo pago de entrada por los turistas, ansiosos de ver a los vascos en su salsa... Y es que al final, como decía aquél, la pela es la pela, y a todos nos gusta tener una casa bonita, una tele de plasma y un buen coche...
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