jueves

Verdensend


A medida que nos acercábamos al norte, Eiko repetía de vez en cuando una palabra en noruego, como si pronunciarla le hiciera tocar con los dedos una realidad que no terminaba de creerse. “Verdensend”, decía con fascinación, “estamos llegando a lo que los noruegos llaman verdensend”. Verdensend quiere decir literalmente fin del mundo, fin de la tierra, finisterre. A mí también terminó por parecerme mágica esa palabra y nunca como el día en que fuimos de Alta a Skaidi tomé tanta conciencia de a qué se refería Eiko.
Retrasamos la salida aún más de lo habitual, no arrancamos hasta las tres de la tarde. La lluvia amenazaba, pero no llegó a caer. Después de una primera parte algo dura, entramos de lleno en el verdensend, un paisaje estepario que unido al fuerte viento y al día nublado nos hacían pensar que realmente estábamos en el fin del mundo. El viento nos hizo transitar por esos parajes desolados a una velocidad vertiginosa, casi a 30 por hora de media en los 50 últimos kilómetros, que picaban para abajo y nos llevaban de vuelta a la civilización, o lo que iba quedando de ella, paisajes semidesérticos salpicados por casas de veraneo y pueblos que sorprenden en el camino, como oasis en el desierto.

2 comentarios:

Eric dijo...

He visto el comentario cuando iba a ponerme a escribir la entrada. Ha sido casualidad.

Anónimo dijo...

Pablo a dit... se lo que es el fin del mundo. Y no me lo ha contado nadie. Yo mismo he transitado por la calle de Desafío Total (alias Joaquin Gamón) un sábado por la noche.